viernes, 31 de diciembre de 2021

ENLACES “RECIBIRÉIS PODER” (EGW). XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU.

01. UNA LUCHA ESPIRITUAL.

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02. SOLDADOS PARA CRISTO.

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03. FELICIDAD EN SERVIR A NUESTRO CAPITÁN.

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04. LAS PRUEBAS Y LA OPOSICIÓN PRODUCEN BENEFICIOS.

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05. EL ENEMIGO NO SE ENTREGA FÁCILMENTE.

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06. DESCUBRAMOS LAS TRAMPAS DEL ENEMIGO.

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07. NO "A MI MANERA"

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08. LA ORACIÓN PRODUCE FORTALEZA.

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09. SIEMPRE HAY UNA PUERTA ABIERTA.

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10. PROCUREMOS UNA VICTORIA DIARIA.

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11. CADA VICTORIA FACILITA LA SIGUIENTE.
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12. SE NOS PROMETE FUERZA SOBRENATURAL.
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13. MÁS CERCA DE JESÚS.
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14. LA VICTORIA PRODUCE GOZO EN EL CIELO.
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15. NADA MÁS INVENCIBLE.
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16. UN TIZÓN ARREBATADO DEL INCENDIO.

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17. VICTORIA EN EL CAMPO DE BATALLA.
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18. COMAMOS DEL ÁRBOL DE LA VIDA.
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19. LLEVAR LA CORONA DE VICTORIA.

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20. ANDAR CON VESTIDURAS BLANCAS.

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21. NUESTRO NOMBRE EN EL LIBRO DE LA VIDA.

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22. GUARDADOS EN LA HORA DE LA PRUEBA.

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23. UNA COLUMNA EN EL TEMPLO DE DIOS.

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24. UN ASIENTO EN SU TRONO.

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25. VICTORIA MEDIANTE CRISTO.

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26. POR LA SANGRE DEL CORDERO.

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27. SIGAMOS EL MODELO.

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28. VICTORIA ASEGURADA.

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29. LA IGLESIA TRIUNFANTE.

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30. HEREDEROS DEL REY.

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31. VICTORIOSOS POR LA ETERNIDAD.

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31. VICTORIOSOS POR LA ETERNIDAD. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediera, no agradará a mi alma. (Hebreos 10:37,38).

Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. 

El que murió por los pecados de mundo está abriendo de par en par las puertas de Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. 

En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes "no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isa. 65:17).

 "No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará" (Heb. 10:35-37).

Alcemos los ojos y dejemos que nuestra fe aumente de continuo. Dejemos que esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de llevamos por las puertas de la ciudad al gran más allá, al amplio e limitado futuro de gloria que espera a los redimidos.

 "Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida de Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia: confirmad vuestros corazones. porque la venida del Señor se acerca" (Sant. 5:7,8).

Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la de cielo. Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza y agradecimiento. 

Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte. Profetas y reyes, pp. 540, 541.

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jueves, 30 de diciembre de 2021

30. HEREDEROS DEL REY. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. (Apocalipsis 21:7).

No nos desanimemos; no temamos. Aunque soportemos tentaciones y seamos acosados por el astuto enemigo, si tenemos el temor de Dios, ángeles poderosos serán enviados para ayudarnos, y podremos ser más que contrincantes para los poderes de las tinieblas. 

Jesús vive. El murió para proveer una vía de escape para la raza caída, y vive hoy para interceder por nosotros y para que podamos ser exaltados a una posición destacada junto a él. Nuestra esperanza está en Dios. 

El mundo está desplazándose por el camino ancho; y mientras transitemos por la senda angosta, tendremos que luchar contra principados y potestades y deberemos enfrentar la oposición de sus enemigos. 

Recordemos que se ha hecho provisión para nosotros. La ayuda está en Aquel que es poderoso, y mediante él podemos vencer.

"Salgan de entre ellos y sepárense", dice Dios Todopoderoso, "y yo los recibiré, y serán mis hijos e hijas" ¡Qué promesa maravillosa! Gracias a ella llegaremos a ser miembros de la familia real, herederos del reino celestial. 

Si una persona es honrada por alguno de los monarcas de la tierra, o llega a relacionarse con ellos, aparece en los periódicos del día siguiente y despierta la envidia de los que no se consideran tan afortunados. 

Pero aquí hay Uno que es rey sobre todo, 

el monarca del universo, 

el originador de toda cosa buena. 

Él nos dice: "Yo los haré mis hijos y mis hijas; los uniré a mí; se convertirán en miembros de la familia real e hijos el Rey celestial".

Y Pablo nos recuerda: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Cor. 7:1). 

¿Por qué no hacerlo teniendo tal aliciente, la oportunidad de convertirnos en hijos del Dios Altísimo y el privilegio de llamar Padre nuestro al Dios del cielo? 

Review and Herald, 31 de mayo de 1870. 376

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miércoles, 29 de diciembre de 2021

29. LA IGLESIA TRIUNFANTE. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).


He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apocalipsis 1:7)

La manera de actuar de Dios es hacer de las pequeñeces el comienzo del triunfo de la verdad y la justicia. Por esta razón, ninguno necesita sentirse alborozado por un próspero comienzo, ni apesadumbrado por la aparente debilidad. Dios es para su pueblo riqueza, plenitud y poder. Como los collados eternos, sus propósitos para el pueblo escogido son firmes e inamovibles.

Recordemos que no fue el poder humano el que estableció la iglesia de Dios, ni será el que pueda destruirla. De generación en generación el Espíritu Santo es una fuente rebosante de vida... 

Hay victoria para todos los que luchan legítimamente en perfecta armonía con la ley de Dios. Ellos triunfarán sobre toda oposición. 

Mientras realizan la obra de Dios en medio de sus enemigos, recibirán la protección de los santos ángeles.

Cristo se compromete a ayudar a todos los que se unen a su ejército para cooperar con él en la lucha contra enemigos visibles e invisibles. El promete que junto con él serán herederos de una herencia inmortal, y que reinarán como reyes y sacerdotes delante de Dios. Los que estén dispuestos a participar en esta vida de la humillación del Salvador, compartirán con él su gloria. Los que por un tiempo prefieran sufrir aflicciones con el pueblo de Dios antes que gozar de los placeres del pecado recibirán un lugar con Cristo en su trono eterno.

Aferrémonos a la Palabra de vida. La tempestad de la oposición se agotará en su propia furia. El clamor se desvanecerá. Llevemos adelante la obra del Maestro alegremente y con valor. El Padre, que desde arriba observa a sus escogidos con la más tierna solicitud, bendecirá los esfuerzos hechos en su nombre. Su obra nunca cesará hasta que se complete en medio del grito triunfal: "Gracias, gracias a él".

 Signs of the Times, 14 de noviembre de 1900. 375

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martes, 28 de diciembre de 2021

28. VICTORIA ASEGURADA. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33).

Mientras estemos sobre la tierra no podremos escapar de los conflictos y las tentaciones, pero en cada tormenta tendremos un refugio seguro. 

Jesús nos dijo: "En el mundo tendréis aflicción;

 pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). 

Las fuerzas de Satanás están confederadas contra nosotros, y tenemos que afrontar a un enemigo diligente; pero si prestamos atención a la amonestación de Cristo estaremos seguros. 

"Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mat. 26:41). 

Hay enemigos que resistir y vencer, pero Jesús está de nuestro lado, listo para fortalecernos para cada ataque. "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5:4).

La fe ve a Jesús como nuestro mediador a la diestra de Dios. La fe contempla las mansiones que fue a preparar para los que lo aman. La fe ve el manto y la corona preparados para el vencedor. La fe escucha el canto de los redimidos y acerca las glorias eternas. Si queremos ver al Rey en su belleza debemos allegarnos a Jesús para obedecerlo por amor.

Hay paz en creer y gozo en el Espíritu Santo. ¡Crean! ¡Crean!  

Mi alma clama: ¡Crean! Descansen en Dios. Él es capaz de mantener lo que le hemos consagrado, y nos hará más que vencedores mediante Aquel que nos amó.

Recordemos que todos los que tengan puesto el vestido de boda habrán pasado por la gran tribulación. Los poderosos embates de la tentación nos golpearán a todos. La larga noche de vigilia, fatiga y dificultades aún no ha pasado. 

Cristo pronto ha de venir. ¡Preparémonos! 

Los ángeles de Dios están procurando quitarnos la atracción 

que sentimos por nosotros mismos y por las cosas terrenales. 

No trabajemos en vano. 

La fe, una fe viva, es lo que necesitamos;

 esa fe que obra por amor y purifica el ser entero. 

Recordemos el Calvario y el terrible e infinito sacrifico hecho allí en beneficio del hombre. Jesús nos invita a venir a él así como estamos, y a hacer de él nuestra fuerza y nuestro Amigo eterno.- Review and Herald, 17 de abril de 1894. 374

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lunes, 27 de diciembre de 2021

27. SIGAMOS EL MODELO. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (1 Pedro 2:21-24).

Jesús fue afligido en todas nuestras aflicciones. El Capitán de nuestra salvación fue hecho perfecto por medio del sufrimiento. En esta vida seremos probados para ver si somos capaces o no de soportar la prueba de Dios. Las tentaciones de Satanás vendrán sobre nosotros para probarnos, pero la pregunta de mayor importancia es: ¿Caeremos vencidos, o venceremos?... Como nuestro gran ejemplo, podremos afrontar a Satanás con el arma de la Palabra de Dios, diciéndole cuando nos tiente a hacer el mal: "Está escrito" (Mat. 4:4).

Satanás sabe mejor que muchos profesos cristianos lo que está escrito, porque es un estudiante diligente de la Biblia. Pero él obra para pervertir la verdad y llevar a los hombres por el sendero de la desobediencia. Los induce a descuidar la investigación de la Palabra de Dios porque sabe que testifican contra él al denunciar que sus obras son malas. Lo describe como el ángel apóstata que cayó del cielo arrastrando en la rebelión contra su Creador a una tercera parte de las huestes celestiales.

Satanás está buscando continuamente apartar la mente humana de Dios y de su Palabra. Sabe que si puede conseguir que los hombres descuiden las Escrituras, pronto podrá desviarlos de sus preceptos, y finalmente los hará olvidar a su Hacedor. Al aceptar las sugerencias e instrucciones del adversario de Dios y del hombre, los hombres malos y los ángeles caídos formarán una confederación contra el Dios del cielo.

Los que desean ser leales a su Hacedor estarán sujetos a pruebas y tentaciones, pero si realmente viven para él y tienen sus vidas escondidas con Cristo en Dios, también sabrán lo que es tener las bendiciones que Dios derrama sobre los fieles y obedientes. Signs of the Times, 28 de agosto de 1893. 373

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domingo, 26 de diciembre de 2021

26. POR LA SANGRE DEL CORDERO. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. (Apocalipsis 12:11).

Consideremos la vida y el sufrimiento de nuestro precioso Salvador en nuestro favor, y recordemos, que si no estamos dispuestos a soportar pruebas, fatigas, conflictos, y a participar con Cristo en sus sufrimientos, seremos considerados indignos de ocupar un lugar junto a su trono.

Como en el conflicto con nuestro poderoso enemigo tenemos todo para ganar, no podemos atrevernos a ceder a sus tentaciones ni por un momento. Sabemos que con nuestras propias; fuerzas no es posible tener éxito. 

Pero Cristo, al humillarse y tomar sobre sí la naturaleza humana, se familiarizó con nuestras necesidades al soportar las tentaciones más duras que el hombre alguna vez tuvo que soportar. 

Conquistó al enemigo al resistir sus sugerencias a fin de que el hombre pueda aprender cómo ser un conquistador. Estuvo revestido con un cuerpo como el nuestro y en todo aspecto sufrió lo que el hombre puede llegar a sufrir, y mucho más. 

Nunca seremos llamados a sufrir como Cristo sufrió porque los pecados, no de uno sino de todo el mundo, fueron puestos sobre Jesús. 

El soportó humillación, vituperio, sufrimientos y muerte, para que al seguir su ejemplo pudiéramos ser salvos y heredar la vida eterna.

Cristo es nuestro modelo, el perfecto y santo ejemplo 

que nos ha sido dado para emularlo. 

Nunca podremos igualarlo, pero podemos imitarlo y asemejarnos a él de acuerdo al conocimiento y la relación que con él tengamos, y a la gracia que él nos haya concedido. 

Cuando caemos totalmente impotentes, sufriendo las consecuencias de nuestra concepción de pecaminosidad; cuando nos humillamos ante Dios afligiendo nuestro ser con verdadero arrepentimiento y contrición; cuando le ofrecemos nuestras fervientes oraciones en el nombre de Cristo, seremos bien recibidos por el Padre al entregarle completa y sinceramente nuestra vida. 

En lo más íntimo de nuestro ser deberíamos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos son totalmente inútiles por ellos mismos, pues sólo en el nombre y por la fuerza del Conquistador que podremos ser vencedores.

 Review and Herald, 5 de febrero de 1895. 372

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sábado, 25 de diciembre de 2021

25. VICTORIA MEDIANTE CRISTO. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (Hebreos 2:14,15).

La caída del hombre llenó el cielo de tristeza, y el corazón de Jesús fue movido a compasión infinita por el mundo perdido y la raza arruinada. Contempló al hombre sumido en el pecado y la miseria, y supo que no tenía la capacidad moral para vencer el poder de su enemigo, que no duerme. Con amor y misericordia divinos vino a la tierra para pelear nuestras batallas porque sólo él podía conquistar al adversario. Vino para unir al hombre con Dios y para impartir fortaleza divina al arrepentido. Desde el pesebre hasta el Calvario recorrió el sendero que el hombre debía seguir, dando a cada paso un ejemplo perfecto de lo que el hombre debería hacer y ejemplificando en su carácter lo que la humanidad podría llegar a ser al estar unida con la divinidad.

Muchos dicen que Jesús no fue como nosotros somos y, por lo tanto, como era divino, nosotros no podemos vencer como él venció. Pero esto no es verdad. "Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abrahán... Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Heb. 2:16-15). 

Cristo conoce las pruebas del pecador, conoce sus tentaciones. Tomó sobre sí nuestra naturaleza y tentado en todo como nosotros. El lloró, fue un hombre de dolores y experimentado en quebranto.

Como hombre vivió sobre la tierra. Como hombre ascendió al cielo. Como hombre es el sustituto de la humanidad. Como hombre vive para interceder por nosotros. Como hombre volverá otra vez con poder real y gloria para recibir a los que lo aman y para quienes está preparando ahora un lugar. Deberíamos regocijamos y dar gracias a Dios por que "ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó" (Hech. 17:31).

Bible Echo, 1º de noviembre de 892. 371

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viernes, 24 de diciembre de 2021

24. UN ASIENTO EN SU TRONO. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. (Apocalipsis 3:21).

Podemos vencer, sí, plena y definitivamente. Jesús murió para abrirnos una vía de escape y para que pudiéramos vencer cada falta, resistir cada tentación y finalmente sentarnos con él en su trono.

Es nuestro privilegio tener fe y salvación

El poder de Dios no ha disminuido. 

Es otorgado tan libremente ahora como antes; pero la iglesia ha perdido su fe para reclamar y su energía para luchar como lo hizo Jacob, al punto de exclamar gimiendo: "No te dejaré, si no me bendices" (Gén. 32:26). 

La fe duradera ha estado muriendo. Debe ser reavivada en los corazones del pueblo de Dios. Deben reclamar la bendición. La fe, la fe viva, siempre conduce hacia arriba: a Dios y la gloria; la incredulidad, hacia abajo: a las tinieblas y la muerte.

Muchos están tan absortos en sus cuidados y perplejidades mundanales que tiene poco tiempo para orar, y sienten muy poco interés en la oración. Pueden guardar la forma de la adoración, pero falta el espíritu de la verdadera súplica. Los tales se han apartado mucho del Modelo. Jesús, nuestro ejemplo, pasaba mucho tiempo en oración. 

¡Oh, cuán sinceras y fervientes eran sus peticiones! 

Si el amado Hijo de Dios fue movido a tal sinceridad y agonía en favor nuestro,

 ¡Cuánto más necesitamos nosotros, que dependemos del Cielo para nuestra fortaleza, que nuestro ser entero sea movido a luchar con Dios!

No deberíamos estar satisfechos hasta que cada pecado conocido sea confesado. Entonces, será nuestro privilegio y deber creer que Dios nos acepta. No debemos esperar que otros atraviesen la oscuridad y obtengan la victoria para que nosotros la gocemos. Tal gozo no será duradero. Dios debe ser servido por principio en vez de serlo por sentimientos. De mañana y de tarde deberíamos obtener la victoria por nosotros mismos y en nuestras propias familias. 

Nuestra tarea diaria no debería impedimos esto. Debemos tomar tiempo para orar y, mientras oramos, creer que Dios nos escucha. No siempre sentiremos la respuesta inmediata, pero en ese caso nuestra fe es probada. Se nos prueba para ver si confiamos en Dios y si tenemos una fe viva y permanente.

 Review and Herald, 4 de septiembre de 1883. 370

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jueves, 23 de diciembre de 2021

23. UNA COLUMNA EN EL TEMPLO DE DIOS. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12).

Resulta maravilloso que Cristo se revelara a Juan tal como es, y extraño que se dirigiera a las iglesias de ese modo. Pero deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa es objeto del supremo cuidado de Cristo. Constantemente vela sobre ella con tierna solicitud y la fortalece con su Espíritu Santo. 

Como miembros de su iglesia, ¿le permitiremos que impresione nuestras mentes y trabaje mediante nosotros para su gloria? ¿Escucharemos los mensajes que dirige a las iglesias? Decidamos estar entre los que, con gozo, se encontrarán con él a su regreso, y no entre los que "se lamentarán sobre él". Aseguremos nuestra redención mediante la obediencia a los mensajes que da a su iglesia.

Cristo envía a su iglesia las palabras de consuelo: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo" (Apoc. 3:10-12).

Esforcémonos para obtener una entrada triunfal en el reino de nuestro Señor. Estudiemos con diligencia el evangelio que Cristo en persona le presentó a Juan en la isla de Patmos, llamado "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto" (Apoc. 1:1). Recordemos siempre que es "bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apoc. 1:3). 

Signs of the Times, 4 de febrero de 1903. 369

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miércoles, 22 de diciembre de 2021

22. GUARDADOS EN LA HORA DE LA PRUEBA. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. (Apocalipsis 3:10).

Entre las fuerzas del bien y del mal se desarrolla una batalla continua que involucra a los ángeles de Dios y a los ángeles caídos. Estamos rodeados por delante y por detrás, a la derecha y a la izquierda.

 El conflicto que estamos atravesando es el último que tendremos en este mundo. Nos encontramos en la etapa más reñida. Los dos bandos están luchando por alcanzar la supremacía. En esta contienda no podemos ser neutrales. Debemos colocarnos de un lado o del otro. 

Si nos situamos del lado de Cristo y lo reconocemos ante el mundo en palabra y en hecho, seremos un testimonio vivo que declarará a quién decidimos servir y honrar. 

En esta hora importante de la historia de la tierra no podemos permitirnos dejar a nadie en la incertidumbre respecto a qué grupo pertenecemos...

"Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Apoc. 3:10). 

En este pasaje se presenta la hora de prueba que ha de probar a todos los que viven sobre la tierra. Estamos viviendo ahora en esta hora de prueba. 

Ninguno puede escapar de este conflicto. 

Si en nuestra vida hay defectos de carácter que no nos estamos esforzando por vencer, podemos estar seguros de que el enemigo tratará de aprovecharlos, porque está vigilando con atención y procurando arruinar la fe de todos.

A fin de obtener la victoria sobre todo ataque del enemigo, debemos aferramos de un poder que está fuera y más allá de nosotros. Debemos mantener una constante y viva conexión con Cristo, quien tiene poder para dar la victoria a toda persona que mantenga una actitud de fe y humildad. 

Si somos autosuficientes, y pensamos que podemos seguir como nos plazca y al fin estar del lado correcto, encontraremos que hemos cometido un terrible error. Como quienes tienen la esperanza de recibir la recompensa que corresponde al vencedor, debemos continuar en la lucha cristiana, aunque en cada avance encontremos oposición.- Review and Herald, 9 de julio de 1908. 368

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martes, 21 de diciembre de 2021

21. NUESTRO NOMBRE EN EL LIBRO DE LA VIDA. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre en el libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3:5).

La expresión "el que venciere" revela que hay algo que cada uno de nosotros debe vencer. El vencedor será cubierto con el manto blanco de la justicia de Cristo, y se dice de él: "Y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi padre, y delante de sus ángeles".

 ¡Oh, qué privilegio ser vencedores, y que nuestros nombres sean presentados ente el padre por el mismo salvador! Y cuando como vencedores estemos vestidos "de vestiduras blancas", el Señor reconocerá nuestra fidelidad tan ciertamente como en los días de la iglesia cristiana primitiva él reconoció que había "unas pocas personas en Sardis" que no habían "manchado sus vestiduras". 

Entonces, caminaremos con él vestidos de blanco, por cuanto por medio de su sacrificio expiatorio seremos tenidos por dignos.

Mis queridos amigos, en vista de estas animadoras promesas, ¡cuán fervientemente deberíamos esforzarnos por formar un carácter que nos capacite para estar de pie ente el Hijo de Dios! Sólo los que estén vestidos con el manto de su justicia podrán soportar su presencia cuando él aparezca con "grande poder y gloria".

Significa mucho ser vencedor. Deben ser firmemente resistidas las asechanzas del enemigo y de todos sus malignos instrumentos. Debemos estar en guardia en todo momento. Ni por un instante debemos de perder de vista a Cristo y su poder para salvar en la hora de prueba. Debemos colocar nuestras manos en la suya para que podamos ser sostenidos por el poder de la fortaleza.

El Testigo fiel y verdadero declara: "He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta" (Apoc. 3: 8). Agradezcamos a Dios con corazón, alma y voz; aprendamos a acerca de él como por una puerta abierta, creyendo que podemos acceder ante su presencia libremente con nuestras peticiones, y que él oirá y contestará. 

Si tenemos una fe viva en su poder para ayudar, recibiremos fortaleza para pelear las batallas del Señor con la confiada seguridad de la victoria.

Review and Herald, 9 de julio de 1908. 367

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYxSediZEkmM9O7h0NazSc


lunes, 20 de diciembre de 2021

20. ANDAR CON VESTIDURAS BLANCAS. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. (Apocalipsis 3:4).

Gracias a Dios él puede proteger a su pueblo de tal modo que "no manche sus vestiduras". Si nos sometemos a Cristo seremos guardados sin mancha del mundo.  

"Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; 

como el alba está dispuesta su salida" (Ose. 6:3). 

Hemos de proseguir. No debemos descansar satisfechos con las capacidades y el conocimiento que tenemos hoy. Todos los habitantes del universo están observando cómo en estos últimos días Dios está preparando a un pueblo para afrontar el juicio. Pidamos a Dios que nos vista con el manto de la justicia de Cristo con el propósito de estar preparados para la venida del Hijo del Hombre.

De los que no mancharon sus vestiduras, Cristo dice: "Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos" (Apoc. 3:4).  

Mediante el sacrificio infinito hecho en nuestro favor podemos tener abundancia de gracia. Dios tiene un cielo lleno de bendiciones para nosotros. 

Todo lo que él nos pide es que mediante una fe viva recibamos sus promesas, diciendo: "Creo. Acepto las bendiciones que tú tienes para los que te aman".

"El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré - ¡oh, qué precioso es ese 'no'!- su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles" (Apoc. 3:5). 

Cuando las puertas de la ciudad de Dios giren sobre sus brillantes goznes, y las naciones que guardaron la verdad pasen por ellas, Cristo estará allí para damos la bienvenida y llamarnos benditos de su Padre porque habremos vencido. 

Nos dará la bienvenida delante del Padre y de sus ángeles. 

Cuando entremos en el reino de Dios para pasar allí la eternidad, las pruebas, dificultades y perplejidades que tuvimos desaparecerán en la insignificancia. 

Nuestra vida se medirá con la vida de Dios.

The General Conference Bulletin, 6 de abril de 1903. 366

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYxSediZEkmM9O7h0NazSc

domingo, 19 de diciembre de 2021

19. LLEVAR LA CORONA DE VICTORIA. (XII. TRIUNFANTES EN EL ESPÍRITU).

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. (Apocalipsis 2:11).

Después de esta promesa, cargada de importancia para los hijos de Dios, se repiten nuevamente las palabras: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias". Para bien de nuestros intereses eternos deberíamos conocer y comprender lo que el Espíritu dice a las iglesias e investigar cuidadosamente para obtener luz y conocimiento. De esa manera no seríamos ignorantes respecto de lo que Dios ha ordenado y prometido en su preciosa Palabra. A nuestro alrededor hay gente que podemos ayudar a salvar o perder, y con el mayor fervor deberíamos preguntarnos: "¿Qué haré para obtener la vida eterna y ayudar a otros a obtenerla?" En el mejor de los casos la vida es corta, y es necesario que vivamos esta corta vida en armonía con la ley de Dios, que es la ley del universo. Debemos tener oídos para oír y corazones para comprender lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Los ángeles de Dios no alcanzan un conocimiento más elevado que el saber la voluntad de Dios, y su mayor deleite es cumplir la perfecta voluntad del Padre celestial. 

El hombre caído tiene el privilegio de llegar a ser inteligente, conocedor, respecto de la voluntad de Dios. 

Mientras todavía se nos dé un tiempo de prueba, deberíamos disponer nuestras facultades para el uso más elevado, y hacer de nuestra parte todo lo que sea posible para alcanzar esa elevada norma de inteligencia y sentir nuestra dependencia de Dios porque, sin su gracia, nuestros esfuerzos no pueden producir beneficios duraderos. Mediante la gracia de Cristo somos vencedores. Por los méritos de su sangre hemos de formar parte del grupo de aquellos cuyos nombres no serán borrados del libro de la vida.

Los que finalmente resulten vencedores tendrán una vida que correrá paralela con la vida de Dios, y llevarán la corona del vencedor. Puesto que nos espera una tan grande y eterna recompensa, deberíamos correr la carrera con paciencia, mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.- Signs of the Times, 15 de junio de 1891. 365

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYxSediZEkmM9O7h0NazSc