viernes, 28 de septiembre de 2018

23. DESCANSO EN ÉL. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11: 29). 

Mientras usted anduvo con mansedumbre y humildad de corazón, prosiguió la tarea que sólo Dios podría realizar en su ser. Obró en su espíritu tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. El mayor placer reside en permanecer en Cristo y descansar en su amor. No permita que nada le robe la paz interior, la tranquilidad y la certeza de que ahora mismo usted es aceptado. Aférrese de cada promesa, todas le pertenecen si cumple con las condiciones que el Señor estableció. Someter completamente a Jesús todos sus caminos, es muy sabio; seguir la senda del Señor es el secreto del perfecto descanso en su amor. 

Darle la vida significa mucho más de lo que podemos imaginar. Debemos aprender de su mansedumbre y humildad antes de que podamos darnos cuenta de lo que significa el cumplimiento de la promesa: "Y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). Como resultado de haber aprendido los hábitos de Jesús, su humildad y su docilidad, cuando se toma el yugo, el yo es transformado y nace entonces la deseo de saber más. No existe nadie que no tenga mucho que aprender. Todos deben ser enseñados por el Maestro. 

 Cuando el creyente se entrega en las manos del Señor, cada obstáculo del carácter heredado o cultivado es eliminado. Así es como llega a ser participante de la naturaleza divina. Sólo cuando muere el yo, Cristo puede vivir en el agente humano. El creyente habita en Cristo, y Jesús en él. 

Cristo desea que todos lleguen a ser estudiantes suyos. Dice: "Acepta mis enseñanzas; rinde a mí todo tu ser. No voy a anularte, sino que quiero desarrollar tu carácter para que estés en condiciones de recibir el pase del nivel primario a una escuela superior. Somete a mí todas tus cosas. Deja que mi vida, mi paciencia, mi resignación, mi clemencia, mi mansedumbre y mi docilidad puedan ser reproducidas en tu carácter como resultado de habitar en mí y yo en ti. Entonces no sólo recibirás las promesas, sino que también "hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). Bible Training School, 1º de agosto de 1903. 65 RPEGW

22. COMPLETOS EN ÉL. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2: 10). 

Usted no podrá entrar al cielo con ninguna deformidad o imperfección de carácter. Durante el período de prueba de la vida debe recibir la preparación necesaria. Si desea tener acceso a las moradas de la justicia cuando Cristo venga, ahora debe ser objeto de la obra profunda del Espíritu Santo que se hace visible en la experiencia personal. Esto lo hará completo en Cristo, quien es la plenitud de la Divinidad corporalmente. 

En virtud del poder de la justicia de Cristo, podemos abandonar toda iniquidad. Debe haber una conexión viviente entre la criatura y su Redentor. El canal de comunicación entre ambos tiene que permanecer continuamente abierto, para que el ser humano pueda crecer en la gracia y el conocimiento de su Señor. Sin embargo, cuántos no oran. Sienten que están bajo los efectos de la condenación del pecado, y siguen pensando que no pueden acercarse a Dios, a menos que logren conseguir algún mérito o que él se olvide de sus transgresiones. Dicen: "Como no puedo presentarle manos santas, sin iras ni dudas, todavía no puedo ir". De este modo permanecen alejados de Cristo, y, mientras piensan así, están pecando, puesto que sin él nada bueno podemos hacer. 

El que comete un pecado, inmediatamente debería correr al trono de la gracia para confesarlo a Jesús. Al mismo tiempo, debería llenarse de tristeza, porque el pecado debilita la espiritualidad, aflige a los ángeles celestiales, y lastima y hiere el amante corazón del Redentor. Pero cuando con contrición le pida perdón, crea que él ya lo perdonó. No ponga en duda la gracia divina, ni rehuya el bálsamo de su amor infinito.

Si un hijo desobedece y realiza algo condenable en contra suya, y luego con tristeza de corazón viene a pedirle perdón, usted sabe perfectamente bien lo que haría. Seguramente lo acercaría a su pecho para garantizarle que su amor no ha cambiado, y que la transgresión está perdonada. 

¿Será que usted es más misericordioso que nuestro Padre que está en los cielos, que dio "a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16)?  Usted debería ir a Dios del mismo modo como una criatura acude a sus padres. Pídale perdón a Dios por sus errores, y ore para que por su gracia pueda superar todos sus defectos de carácter. 
Bible Echo, 1º de febrero de 1892. 64 RPEGW


jueves, 6 de septiembre de 2018

21. CONTÉMPLALO A ÉL. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. (Isaías 45: 22). 
Con el propósito de cumplir con las exigencias de la ley, la fe debe aferrarse de la justicia de Cristo aceptándola como nuestra justificación. Gracias a la unión con Jesús, por fe, y mediante la aceptación de su justicia, podemos ser calificados para el servicio de Dios, y coparticipar en la obra del Señor. A fin de darle a la justicia eterna el lugar que le corresponde, usted manifestará que no tiene fe si está dispuesto a dejarse arrastrar por las corrientes pecaminosas, y si no quiere cooperar con las agencias celestiales a fin de refrenar la transgresión en su familia o en la iglesia. La fe obra por amor y purifica al ser entero. Por intermedio de la fe, el Espíritu Santo actúa en el interior del corazón para santificarlo; sin embargo, es imposible que pueda cumplir con su ministerio si el agente humano no está dispuesto a obrar con Cristo. Únicamente la obra del Espíritu Santo en el corazón nos preparará para el cielo. 

 Si deseamos tener acceso al Padre, la justicia de Cristo debe ser nuestra credencial. Para que podamos obtenerla y ser partícipes de la naturaleza divina, diariamente necesitamos ser transformados por la influencia del Espíritu Santo, cuya misión es elevar el gusto y santificar el corazón a fin de que todo el ser sea ennoblecido. Desde tu interior mira a Jesús. "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29). Nadie está obligado a mirar a Cristo; sin embargo, la voz que invita con gran súplica dice: "Mira y vive". Si contemplamos a Cristo, descubriremos que ese amor no tiene igual, un amor que estuvo dispuesto a tomar el lugar de los pecadores para imputarnos su justicia inmaculada. Cuando el transgresor sabe que por causa de la maldición del pecado el Salvador murió por él, al reflexionar en ese acto piadoso, el amor despierta en su corazón. El pecador ama a Cristo, porque Cristo lo amó primero. 

 La esencia de la ley es el amor. La persona que se arrepiente sabe que Dios "es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). El Espíritu de Dios obra en el corazón del creyente con el fin de capacitarlo para que haga avances de un nivel de obediencia a otro más alto, de una fortaleza a otra más fuerte, y para que ascienda de gracia en gracia en Cristo Jesús. Review and Herald, 1º de noviembre de 1892. 63 RP EGW

20. PERMANECER EN ÉL. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, 
si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (Juan 15: 4). 
Debemos orar para que se nos imparta el divino Espíritu, que es el único remedio para la enfermedad del pecado. Las verdades de la revelación, sencillas y fáciles de entender, son aceptadas por muchos como algo que satisface lo que es básico y esencial para la vida. Pero cuando el Espíritu Santo actúa sobre la mente, despierta el deseo más intenso por toda la verdad incorruptible. El que realmente desea conocerla, no permanecerá en la ignorancia, ya que la preciosa verdad recompensa al que la busca con diligencia. 

Necesitamos sentir el poder de conversión de la gracia de Dios. Insto a todos los que se distanciaron de su Espíritu a que destraben la puerta de sus corazones, y supliquen con fervor: Habita en mí. ¿No deberíamos postrarnos ante el trono de la gracia para que el buen Espíritu de Dios sea derramado sobre nosotros, tal como sucedió con los discípulos? Su presencia ablanda corazones endurecidos y los inunda de alegría y regocijo transformándolos en canales de bendición. 

El Señor desea que cada uno de sus hijos sea rico de esa fe que es fruto de la actuación del Espíritu Santo en la mente. Además de habitar en cada creyente que desea recibirlo, al impenitente habla palabras de advertencia para mostrarle a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. También hace que la luz brille en la mente de los que están deseosos de cooperar con Dios, impartiéndoles eficiencia y sabiduría para realizar su obra.

 El Espíritu Santo jamás deja sin asistencia al que contempla a Jesús. Al que lo busca, le muestra las cosas que son de Cristo. Si sus ojos permanecen fijos en Jesús, la obra del Espíritu Santo no cesa hasta que el creyente es conformado a la imagen del Maestro. En virtud de la bendita influencia del Consolador, los propósitos y el espíritu del pecador cambian hasta llegar a ser uno con Dios. Sus afectos por él aumentan, tiene hambre y sed de su justicia, y, al contemplar a Cristo, es transformado de gloria en gloria y de un carácter a otro mejor, hasta ser más y más semejante al Maestro.
 Signs of the Times, 27 de septiembre de 1899. 62 RP EGW 

19. CON LA MENTE DE CRISTO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

  
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? 
Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:16).
 A medida que la verdad convierte al hombre, comienza la transformación del carácter. Como resultado de la obediencia se produce el aumento de la comprensión. La mente y la voluntad de Dios llegan a ser las suyas, y al buscar permanentemente el consejo de la Deidad, el discernimiento crece en forma constante.
 Bajo la dirección del Espíritu de Dios se produce un desarrollo general de las facultades mentales que son consagradas a él sin reservas. Esta no es una educación unilateral, que desarrolla sólo una parte del carácter. Al contrario, revela los principios del desarrollo armonioso de todo el ser. Al superar las debilidades del carácter vacilante, la piedad y la devoción continua establecen tal relación con Jesús, que la persona llega a tener la mente de Cristo. 
Además, al desarrollar claridad de percepción, y también principios firmes y saludables, el creyente llega a ser uno con Jesús, quien le imparte la sabiduría que procede de Dios, fuente de toda luz y comprensión. 

La gracia divina se derrama sobre el ser humilde, obediente y concienzudo a semejanza del Sol de Justicia, quien fortalece las facultades mentales de los que se esfuerzan en utilizar los talentos al servicio del Maestro. En forma admirable, y aunque parezca sin importancia, la obediencia fortalece y hace crecer en el conocimiento de Jesús, práctica que habilita para llevar muchos frutos en buenas obras para la gloria de Dios. 

 Fue así como los que han sido notables por sus logros, aprendieron las más preciosas lecciones del ejemplo de quienes el mundo considera ignorantes. Sin embargo, éstos podrían haber tenido una visión más profunda si hubiesen obtenido niveles más altos de conocimiento en la enseñanza formal y también en la escuela de Cristo. Cuando se estudia la Palabra de Dios, se produce una notable apertura y fortalecimiento de las facultades mentales. Mediante la asimilación de las Escrituras, y gracias a la intervención del Espíritu Santo, es como la verdad divina entra en el corazón para purificar y refinar todo el ser. 
Review and Herald, 19 de julio de 1887. 61 RP EGW

sábado, 18 de agosto de 2018

18. UN CARÁCTER SEMEJANTE A CRISTO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3: 3). 
Jesús es el modelo perfecto. En lugar de complacer al yo y de hacer lo que nos parece, tratemos de reflejar su imagen. 
El fue bondadoso y cortés, tierno y compasivo. ¿Somos semejantes a él en estas virtudes? ¿Deseamos que nuestras vidas tengan la fragancia de las buenas obras? Lo que necesitamos es la sencillez de Cristo. Temo que un espíritu duro e insensible, enteramente diferente del Modelo divino, haya tomado posesión del corazón de no pocos. Esta conducta inflexible, alimentada por muchos que la consideran una virtud, tiene que ser removida para estar en condiciones de amar a otros, como Cristo nos amó a nosotros. 

No es suficiente que nos limitemos a la simple expresión de fe. Se necesita más que un asentimiento nominal. Debe haber un conocimiento real; una experiencia genuina en los principios de la verdad que está en Cristo. El Espíritu Santo debe obrar en el interior para exponer estos principios a la fuerte luz de un conocimiento claro acerca de ellos, y, al conocer su poder, dejar que actúe en la vida. La mente debe rendir obediencia a la real ley de la libertad, que es impresa en el corazón y llega a ser entendida plenamente gracias al Espíritu Santo. La expulsión del pecado debe ser un acto del mismo ser, basado en el ejercicio de sus más nobles facultades. 

 La única libertad de la cual puede disfrutar la voluntad finita está en ponerse en armonía con la voluntad de Dios, cumpliendo con las condiciones que le permiten al hombre ser participante de la naturaleza divina por haber huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia... El carácter humano, deformado por el pecado, es depravado y terriblemente diferente del que tuvo el primer hombre cuando salió de las manos del Creador. 

Jesús se propuso tomar la pecaminosa deformidad humana y, en cambio, devolverle su propio carácter hermoso y excelente. Se compromete a renovar todo el ser mediante la verdad. El error no puede realizar esta obra de regeneración; sin embargo, necesitamos tener visión espiritual para poder discernir entre la verdad y la falsedad, a fin de no caer en las trampas del enemigo.- Review and Herald, 24 de noviembre de 1885. RPEGW

martes, 24 de julio de 2018

17. LIMPIANDO LA CASA. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

 
 
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51: 10). 
"Crea en mí un corazón limpio". Este es un buen comienzo, dado que el verdadero carácter cristiano tiene su fundamento en los hechos que nacen en el corazón. Si todos, feligreses y ministros, estudiaran sus corazones con el fin de descubrir si es que están, o no, en armonía con Dios, veríamos mayores resultados en las labores que realizamos. Cuanto más importante, y de mayor responsabilidad sea la obra, mayor será la necesidad de tener un corazón limpio.

 Esta gracia imprescindible se provee para que el poder del Espíritu Santo apoye cada esfuerzo que haga el creyente tendiente a lograr ese propósito. Si cada criatura buscara a Dios en forma diligente, habría mayor crecimiento en la gracia y cesarían las disensiones. Los creyentes serían de una mente y un corazón, y la pureza y el amor prevalecerían en la iglesia. Somos transformados por la contemplación. Cuando más consideremos el carácter de Cristo, mejor reproduciremos su imagen.

 Ven a Jesús así como eres y él te recibirá, y pondrá una nueva melodía en tus labios para que puedas alabar constantemente a Dios. "No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu" (Sal. 51: 11). Tanto el arrepentimiento como el perdón son dones de Dios que recibimos por medio de Cristo. Gracias a la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos la necesidad de perdón. Siendo que la gracia de Dios es la que produce contrición, ninguno es perdonado a no ser por la gracia del Señor que contrita el corazón. Puesto que conoce nuestras debilidades y flaquezas, Dios está dispuesto a ayudarnos. El oye la oración de fe; sin embargo, la sinceridad de la plegaria únicamente puede demostrarse si hay un real esfuerzo personal de vivir en armonía con la gran norma que prueba el carácter de cada persona. Necesitamos abrir nuestros corazones a la influencia del Espíritu y a la experiencia de su poder transformador. 

 La razón por la cual el creyente no recibe más de la asistencia salvadora de Dios, se debe a que el canal de comunicación entre él y el cielo está obstruido con asuntos mundanos, y porque prima el amor a la ostentación y el deseo de supremacía. Mientras algunos se adaptan más y más a las costumbres de este mundo, nosotros deberíamos amoldar nuestras vidas al modelo divino. Cuando seamos fieles al pacto, Dios restaurará la alegría de la salvación, y nos sostendrá mediante su Espíritu libre.- Review and Herald, 24 de junio de 1884. EGWRP MHP

jueves, 5 de julio de 2018

16. ORGULLO QUEBRANTADO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

 
 
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12: 3). 
La aceptación de la verdad es uno de los medios que Dios utiliza para santificar. Cuanto más claramente la entendamos, y más fieles seamos en obedecerla, más humildes seremos en la estima propia. En consecuencia, más exaltado será el concepto que tendrá de nosotros el universo celestial. Cuanto menos egoístas sean nuestros esfuerzos en favor de Dios, seremos más semejantes a Cristo, y, como consecuencia, mayor será nuestra influencia para el bien. 

Hay una diferencia abismal entre el espíritu del mundo y el de Cristo. Uno conduce al egoísmo, que se afana por los tesoros que serán destruidos por el fuego en el día final, y el otro conduce al renunciamiento propio y a la abnegación para obtener los tesoros imperecederos. Cuando es recibido por la fe, el Espíritu Santo quebranta los corazones contumaces. Esta es la esencia del poder santificador de la verdad, la fuente de la fe que obra por amor y purifica el corazón. Toda verdadera exaltación nace de la humillación desarrollada en la vida de Cristo, y demostrada en el maravilloso sacrificio que realizó para salvar a los que perecen.

 El que es exaltado por Dios, primero se ha humillado a sí mismo. El Padre ensalzó a Cristo por sobre todo otro nombre, y sin embargo, al simpatizar con la raza caída, primero descendió a las profundidades de la miseria humana a fin de compartir su suerte con mansedumbre y bondad. De este modo, estableció el ejemplo que deben seguir todos los que desean participar en su servicio. "Aprended de mí -dijo el mayor de los Maestros que haya conocido el mundo-, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). 

 No es suficiente leer la Palabra de Dios. Nos fue dada para nuestra instrucción; por eso debemos investigarla con diligencia y cuidado. Hay que estudiarla comparando un texto con otro. Ella es la clave para su propia interpretación. Mientras la estudiemos y oremos, junto a nosotros estará el divino Maestro, el Espíritu Santo, para iluminar nuestra comprensión a fin de que podamos entender las grandes verdades de la Palabra de Dios.- Pacific Union Recorder, 23 de febrero de 1905. EGW RP MHP

jueves, 21 de junio de 2018

09. UN CORAZÓN NUEVO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. (Ezequiel 36: 26, 27).

 El corazón puede ser la residencia del Espíritu Santo, y así como es posible que la paz de Cristo, que supera toda comprensión, habite en el creyente gracias al poder transformador de su gracia, también puede habilitarlo para participar en las cortes de gloria. Sin embargo, si el cerebro, cada músculo y cada nervio es utilizado para servir al yo, el tal no estará colocando a Dios y al cielo en primer lugar. Si las energías se invierten en el mundo, será imposible tejer en el carácter las gracias de Cristo. Usted podrá tener éxito en amontonar fortunas para glorificar su yo. Sin embargo, recuerde que "donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mat. 6: 21). 

 Los asuntos de interés eterno pueden ser considerados de importancia secundaria. Hasta es posible participar en las expresiones exteriores del culto y, sin embargo, el servicio ser una abominación para el Dios de los cielos. Es imposible servir al Señor y a las riquezas. Es facultad de cada uno rendir el corazón para dedicar la voluntad, ya sea al servicio del Omnipotente, o poner todas las energías a disposición del mundo.

 Dios no acepta un servicio a medias. "La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz" (Luc. 11: 34). Si el ojo es sincero y posee orientación divina, la luz celestial brillará en el interior del creyente que no siente atracción por las cosas terrenales. Los que depositan sus tesoros en el cielo experimentarán cambios en los propósitos del corazón; escucharán los consejos y las exhortaciones de Cristo, y también fijarán los pensamientos en la recompensa eterna. Harán todos los planes teniendo en cuenta el futuro y la vida inmortal. Usted será atraído por sus tesoros. No considere los intereses mundanales, sino más bien en todos sus quehaceres silenciosamente pregunte: 
"Señor, ¿qué quieres que yo haga?" (Hech. 9: 6). Review and Herald, 24 de enero de 1888. EGW RP MHP
 

sábado, 16 de junio de 2018

08. RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DIVINA. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, 
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:23, 24). 
En el plan de restaurar la imagen divina en el hombre, se estableció que el Espíritu Santo, como agente modelador, actuara en las mentes humanas como si fuera Cristo mismo. Al aceptar la verdad, el hombre recibe la gracia de Jesús, la que lo induce a consagrar sus habilidades santificadas a la obra con la cual el Salvador se comprometió. De este modo, se convierte en un colaborador de Dios y en un agente cuyo entendimiento brilla con la verdad. 

 Quisiera preguntarle a la iglesia: ¿Ustedes ya cumplieron con el plan de Dios de esparcir las preciosas joyas del evangelio para dar a conocer la luz divina? Al observar la acción de los profesos seguidores de Dios, ¿qué pensarán sus ángeles cuando ven que la iglesia de Cristo es tan lenta para dar a conocer la luz de la verdad al mundo sumido en la oscuridad moral? 

 Las inteligencias celestiales saben que la cruz es el mayor centro de atracción. Conocen que mediante la cruz el hombre caído recibe la expiación que restablece la unidad con Dios. Los concilios celestiales miran a los que profesan haber aceptado a Cristo como Salvador personal, para certificar si imparten el conocimiento de la salvación a los que permanecen en tinieblas. Los observan para saber si están dando a conocer el significado de la dispensación del Espíritu Santo, y cómo es que mediante la obra de este agente divino, la mente del hombre, manchada y corrupta por el pecado, puede desencantarse de las mentiras y representaciones de Satanás, para aceptar a Cristo como Salvador y única esperanza. 

Jesús dijo: "Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca" (Juan 15: 16). Como embajadora de Cristo, imploro a los que lean estas palabras a que presten atención cuando se los llame. 
"Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Heb. 4: 7). Sin vacilar un instante, pregunten: 
¿Pertenezco a Cristo? ¿Qué significa Jesús para mí? ¿Cuál es mi obra? 
¿Cuáles son las características de los frutos que produzco? 
Review and Herald, 12 de febrero de 1895. EGW RP MHP 

viernes, 15 de junio de 2018

07. FORTALECIMIENTO INTERIOR. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (Romanos 8: 12, 13). 
La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día del Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio. 

 A todo el que ha aceptado a Cristo como Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora. Los hombres y las mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron de una medida de la presencia del Espíritu en sus vidas, se destacaron como señales y prodigios en el mundo. Revelaron ante los ángeles y los hombres el poder transformador del amor redentor. 

Los que en Pentecostés fueron dotados con el poder de lo alto, no quedaron desde entonces libres de tentación y prueba. Como testigos de la verdad y la justicia, repetidas veces eran asaltados por el enemigo de toda verdad, que trataba de despojarlos de su experiencia cristiana. Estaban obligados a luchar con todas las facultades dadas por Dios para alcanzar la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. 

 Oraban diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia para poder elevarse más y más hacia la perfección. Bajo la obra del Espíritu Santo, aun los más débiles, ejerciendo fe en Dios aprendían a desarrollar las facultades que les habían sido confiadas y Llegaron a ser santificados, refinados y ennoblecidos. Mientras se sometían con humildad a la influencia modeladora del Espíritu Santo, recibían de la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la semejanza divina. 
 Los hechos de los apóstoles, pp. 40, 41. EGW RP MHP 

lunes, 11 de junio de 2018

06. HUESOS SECOS VIVIFICADOS. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; 
y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. (Ezequiel 37: 14). 

No es el agente humano el que inspira vida. El Señor Dios de Israel hará esa parte avivando la actividad en la naturaleza espiritualmente muerta. El aliento del Señor de los ejércitos debe entrar en los cuerpos muertos. En el juicio, cuando se descubran todos los secretos, se sabrá que la voz de Dios habló mediante el agente humano, despertó la conciencia aletargada, conmovió las facultades muertas e impulsó a los pecadores al arrepentimiento, a la contrición y al abandono de los pecados. 

 Entonces se verá claramente que, mediante el agente humano, se impartió fe en Jesucristo al alma que estaba muerta en delitos y pecados y fue vivificada con vida espiritual. Pero esta comparación de los huesos secos no sólo se aplica al mundo, sino también a los que han sido bendecidos con gran luz, pues éstos también son como los esqueletos del valle. 

 Tienen la forma de hombres, la estructura del cuerpo, pero no tienen vida espiritual. Sin embargo, en la parábola los huesos secos no quedan solamente unidos con apariencia de hombres, pues no es suficiente que haya simetría entre los miembros y el organismo entero. El aliento de vida debe vivificar los cuerpos para que puedan levantarse y entrar en actividad. Esos huesos representan la casa de Israel, la iglesia de Dios, y la esperanza de la iglesia es la influencia vivificante del Espíritu Santo. 

 El Señor tiene que impartir su aliento a los huesos secos para que puedan vivir. El Espíritu de Dios, con su poder vivificante, debe estar en cada agente humano para que pueda entrar en acción cada músculo y tendón espiritual. Sin el Espíritu Santo, sin el aliento de Dios, hay embotamiento de conciencia, pérdida de vida espiritual. Muchos que carecen de vida espiritual tienen sus nombres en los registros de la iglesia; pero no están escritos en el libro de la vida del Cordero. Pueden figurar en la lista de miembros pero no están unidos al Señor. Quizá sean diligentes en el cumplimiento de determinados deberes, y ser considerados como seres vivientes; pero muchos están entre los que tienen "nombres de que" viven, y están muertos.- Comentario bíblico adventista, t. 4, p. 1187. EGW RP MHP 

domingo, 10 de junio de 2018

05. ARCILLA EN MANOS DEL ALFARERO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿no podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. (Jer. 18: 4-6).

Dejo mi pluma y elevo mi ser en oración para que el Señor dé aliento y vida a su pueblo que, por ser apóstata, se parece a huesos secos. El fin se acerca furtiva, silenciosa e imperceptible, como los pasos del ladrón que de noche sorprende a la guardia que no vela. Deseamos que el Señor conceda su Santo Espíritu a los ociosos, para que no sigan durmiendo como los demás; que sean sobrios y estén alertas. Después de haber desperdiciado la mayor parte del tiempo sin entregar al Alfarero el barro de su voluntad, ¿estaría dispuesto a cooperar con él para llegar a ser un vaso para su honra?

 Para ser susceptible a recibir las impresiones divinas, oh, ¡cuánto tiempo debe quedar la arcilla en manos del Alfarero y permanecer expuesta a los brillantes rayos de su justicia!

Si se le da oportunidad para que actúe en la vida, nada de origen terrenal y egoísta debe tolerarse a fin de que pueda modelar la imagen divina. El espíritu de la verdad santifica la vida interior. Cuando se comprende la grandiosidad de su obra, incluso los pensamientos se sujetan a Cristo. Aunque supera nuestro entendimiento, es así como obra.

¿Hay sabiduría en depender de las obras que realizamos? Dejemos actuar a Dios en nuestro favor. ¿Hay alguna excelencia en la conducta y el carácter que pueda tener su origen en seres humanos finitos? No, todo procede de Dios, el gran centro o expresión del poder del alfarero sobre la arcilla. Oh, que los bendecidos por los tesoros de la verdad del Señor despierten para expresar de corazón: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" (Hech. 9: 6).      Cada vez hay más luz para alumbrar a toda persona que desee compartirla con otros.-        General Conference Daily Bulletin, 4 de febrero de 1893. EGW RP MHP

 

sábado, 9 de junio de 2018

04. PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.

Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. (2 Pedro 1: 4).

Un cristiano fuerte es quien tiene a Cristo formado dentro, la esperanza de gloria. Ama la verdad, la pureza y la santidad. Gracias a su amor a la Palabra de Dios, su vitalidad espiritual lo lleva a buscar la comunión con los que viven en armonía con ella, a fin de poder captar cada rayo de luz que Dios comunica para revelar a Jesús, con el propósito de hacerlo más precioso para el creyente.

 El que tiene una fe sólida halla que Cristo es la vida del alma, y que para él es como una fuente que brota para vida eterna. Así, con placer, somete todo poder personal a la obediencia a Dios. El Espíritu, con su influencia vivificante, guardará a ese creyente en el amor de Dios.

A los cristianos se les escribe: "Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.

 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped. 1: 2-11). Review and Herald, 11 de diciembre de 1894. EGW RP MHP