Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12).
Resulta maravilloso que Cristo se revelara a Juan tal como es, y extraño que se dirigiera a las iglesias de ese modo. Pero deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa es objeto del supremo cuidado de Cristo. Constantemente vela sobre ella con tierna solicitud y la fortalece con su Espíritu Santo.
Como miembros de su iglesia, ¿le permitiremos que impresione nuestras mentes y trabaje mediante nosotros para su gloria? ¿Escucharemos los mensajes que dirige a las iglesias? Decidamos estar entre los que, con gozo, se encontrarán con él a su regreso, y no entre los que "se lamentarán sobre él". Aseguremos nuestra redención mediante la obediencia a los mensajes que da a su iglesia.
Cristo envía a su iglesia las palabras de consuelo: "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo" (Apoc. 3:10-12).
Esforcémonos para obtener una entrada triunfal en el reino de nuestro Señor. Estudiemos con diligencia el evangelio que Cristo en persona le presentó a Juan en la isla de Patmos, llamado "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto" (Apoc. 1:1). Recordemos siempre que es "bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apoc. 1:3).
Signs of the Times, 4 de febrero de 1903. 369
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYxSediZEkmM9O7h0NazSc
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