Por los demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4: 8).
Cada creyente tiene que
realizar una obra individual. Para ello necesita vigilar sus
pensamientos, ser sobrio, y velar en
oración. La mente debe ser
fuertemente controlada para que se espacie en los temas que fortalecen las
facultades morales.
La juventud debe
comenzar desde la niñez a desarrollar el hábito de pensar correctamente. La
mente tiene que ser disciplinada para que piense como corresponde. No se le
debe dar lugar para que se espacie en temas pecaminosos.
El salmista exclamó:
"Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante
de ti, oh Jehová, roca mía y redentor mío" (Sal. 19: 14). En la medida en
que Dios actúa en el corazón por intermedio de su Santo Espíritu, el hombre
debe cooperar con él. Los pensamientos deben ser controlados y refrenados para
que no sigan la tendencia a contemplar asuntos que debilitan y corrompen al ser
entero.
Si deseamos que el cielo acepte las
palabras que expresamos, y que al mismo tiempo sean provechosas para quienes
las escuchen, la pureza debe caracterizar nuestra manera de pensar. Cristo increpó a los fariseos: "¡Generación de
víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del
corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas
cosas; y el hombre malo, del mal tesoro del corazón saca malas cosas. Mas yo os
digo que de toda palabra ociosa que: hablen los hombres, de ella darán cuenta
en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus
palabras serás condenado"
(Mat. 12: 34-37).
En el Sermón del Monte Cristo expuso ante sus
discípulos el gran alcance de los principios de la ley de Dios. Enseñó a sus
oyentes, que a nivel de la mente, se infringe la ley antes que se realice el
deseo pecaminoso. Estamos obligados a mantener los pensamientos bajo control
para ponerlos en sujeción a la ley de Dios.
Review and Herald, 12 de junio de
1888. RP EGW MHP
No hay comentarios:
Publicar un comentario