No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. (Romanos 12: 2).
*La parte que al hombre le
compete en su salvación es creer en Jesús
como
Redentor perfecto, no para otro sino para sí
mismo.
*Debe confiar, amar y
temer al Dios del cielo.
Hay cierta obra que debe realizar.
Necesita la
liberación del poder
del pecado.
*Debe ser perfecto para
toda buena obra.
Su única seguridad de que está edificando
su casa sobre un
fundamento sólido,
está en cumplir las palabras de Cristo.
Escuchar, hablar y
predicar, sin hacer la voluntad
del Señor, es como construir sobre
la arena. Los que practiquen las
palabras de Jesús tendrán un carácter cristiano perfecto debido a que la
voluntad del Señor será la suya. Al contemplar la gloria
del Señor, como en un espejo, Jesús, la esperanza de gloria, se reflejará en el
creyente.
Si es convertido en tema de meditación, Cristo llegará a ser el
propósito de las conversaciones.
El que lo contemple,
deseará reflejar su imagen de gloria en gloria, por el Espíritu del Señor. El hombre, ser caído,
puede ser transformado por efecto de la renovación de la mente y, de este modo,
probar "cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta"
(Rom. 12: 2). ¿Es esto posible? Sí,
cuando el Espíritu Santo toma posesión de la mente, del espíritu, del corazón y
del carácter. ¿Dónde y cómo se lo prueba? "Pues hemos llegado a ser
espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1 Cor. 4:9).
Los frutos de la verdadera obra realizada por el
Espíritu Santo son evidentes en el carácter. Así como un buen árbol da buenos
frutos, también el árbol que sea plantado en el huerto del Señor producirá
frutos para vida eterna. Los pecados dominantes
son abandonados, los malos pensamientos no tienen cabida en la mente, y los
hábitos pecaminosos son desalojados del templo interior. Las tendencias
orientadas en un rumbo equivocado son encaminadas en la dirección correcta. Las
propensiones y los malos sentimientos son desarraigadas. Los frutos que produce
el árbol cristiano son un temperamento santo y emociones santificadas, los
cuales son el resultado de una transformación completa.
Esta es la obra que
debe realizarse. Pamphlet 28, pp. 8, 9. EGW RP MHP
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