Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de
levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra
salvación que cuando creímos. (Romanos 13:11).
Hermanos míos, tengan entronizado a Jesús dentro de ustedes para que puedan morir al yo. Debemos ser bautizado por el Espíritu Santo. Entonces no permaneceremos sentados expresando en forma desconcertada: "Lo que debe ser, será; las profecías tienen que cumplirse".
¡Oh,
despierten, oro para que despierten y puedan llevar la más sagrada de todas las
responsabilidades! Como fieles centinelas, ustedes deberían ver cómo viene la
espada, para que, al dar sus advertencias, los hombres y las mujeres no
continúen en la ignorancia y así dejen de hacer lo que practican por desconocer
la verdad.
El Señor nos ha iluminado con el conocimiento acerca
de lo que vendrá sobre la tierra para que podamos compartir la luz con otros, y
no ser hallados culpables de cruzar los brazos y no hacer nada, buscando
escapatorias al ocuparnos en cosas de menor importancia. La mente de muchos ha
sido embargada con disputas y han rechazado la luz que se nos dio por
intermedio de los Testimonios, porque no están de acuerdo con sus propias
opiniones.
Dios no fuerza a nadie para que se ponga a su
servicio. Cada creyente debe decidir por sí mismo si desea caer o no sobre la
Roca para ser quebrantado. El cielo está atónito al certificar la estupidez espiritual
que ha prevalecido. Cada uno tiene que abrir personalmente su corazón orgulloso
al Espíritu de Dios con el propósito de tener habilidad intelectual santificada
para el servicio al Maestro. El poder transformador de Dios debe actuar en cada
uno para que la mente pueda ser renovada por el Espíritu Santo y, como
resultado, podamos tener el mismo parecer que tuvo Cristo.
Si los vigías duermen por efecto del narcótico
satánico que les impide reconocer la voz del verdadero Pastor, y no prestan
atención a sus advertencias, en el temor de Dios les digo que serán
responsables por la sangre de los que se pierdan. Los centinelas han de estar
muy alertas; deben ser hombres que ni de día ni de noche dormiten en su puesto
del deber. Tienen que hacer sonar la trompeta con todas sus fuerzas para que la
gente se aparte del mal y escoja el bien. La estupidez y el descuido
indiferente no tienen excusa. A cada lado hay rompientes y rocas escondidas que
pueden hacer pedazos nuestra embarcación y dejarnos como náufragos
desamparados, a menos que hagamos de Dios nuestro refugio y sostén.
Cada creyente debe despojarse del yo. Nuestra manera
de hacer las cosas y nuestros planes e ideas pueden no ser las que Dios
aprueba; por eso, debemos mantenernos en los caminos del Señor para hacer su
voluntad y convertirlo en nuestro Consejero. Entonces, desprovistos del yo,
actuaremos por fe.- Review and Herald, 24 de diciembre de 1889. 189
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk
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