Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y
yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
(Exodo 4: 15).
Cuando el colaborador de Cristo presenta la verdad al
corazón del pecador con humildad y amor, la voz del amor habla por medio del
instrumento humano. Las inteligencias celestiales trabajan con el agente humano
consagrado, y el Espíritu actúa en la vida del no creyente. Dios le da al
corazón la capacidad de creer y el pecador acepta la evidencia de la Palabra de
Dios.
Es transformado por medio de la influencia llena de
gracia del Espíritu Santo y llega a ser uno con Cristo en espíritu y propósito.
Sus afectos por Dios aumentan, tiene hambre de justicia y anhela ser más
semejante a su Maestro. Al contemplar a Cristo, es transformado de gloria en
gloria, de carácter en carácter, y se hace más y más semejante a Jesús. Se
llena de amor por Cristo y de un profundo y ansioso amor por los que perecen, y
dentro de él se forma Cristo, la esperanza de gloria. "Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios" (Juan 1: 12).
Necesitamos depender más del Infinito y confiar mucho
menos en los agentes humanos. Hemos de alistar a un pueblo para estar en pie en
el día que Dios ha preparado; hemos de llamar la atención de los hombres a la
cruz del Calvario para explicarles la razón por la cual Cristo realizó su gran
sacrificio. Hemos de mostrar a los hombres que es posible para ellos volver a
prestar su lealtad a Dios y obediencia a sus mandamientos. Cuando el pecador
mira a Cristo como la propiciación hecha por sus pecados, háganse a un lado los
hombres. Declárenle al pecador que Cristo "es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo" (1 Juan 2: 2).
Anímeselo a buscar la sabiduría de Dios, pues por
medio de la oración ferviente aprenderá el camino al Señor más perfectamente
que si fuera instruido por algún consejero humano. Verá que fue la transgresión
de la ley lo que causó la muerte del Hijo de Dios infinito, y odiará los
pecados que hirieron a Jesús. Al mirar a
Cristo como un compasivo y tierno Sumo Sacerdote, su corazón será preservado en
la contrición. Testimonios para los ministros, pp. 220, 221. 183
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk
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