Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra. (Hechos 1: 8).
En
el plan de rescatar al hombre de las garras del enemigo, Dios determinó no
dejar nada por hacer. Después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo fue
dado al creyente con el propósito de apoyar a todos los que decidan cooperar
con él en la obra de reorientar y transformar el carácter del hombre. El
Espíritu Santo también participa en esta tarea.
El Salvador dijo: "Y cuando él venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16: 8). El Espíritu Santo es quien
convence de culpa y también el que santifica.
Siendo
que nadie puede arrepentirse de sus pecados a menos que esté convencido de
ellos, es indispensable que en nuestro ministerio de rescatar a los
perdidos permanezcamos unidos al
Espíritu. Será en vano el ejercicio de todas nuestras habilidades humanas si no
trabajamos mancomunadamente con las inteligencias divinas. Es por la falta de
conocimiento acerca de la verdad vitalizadora, y de las corruptoras influencias
del error, como el hombre llega a caer tan profundo en la degradación
pecaminosa. Los ángeles y los creyentes deben trabajar en armonía al enseñar la
verdad de Dios a los que aún la desconocen, para que puedan ser liberados de
las ataduras del pecado. La verdad es la única fuerza capaz de hacer esta obra.
La liberación, que es fruto del conocimiento de la verdad, debe ser proclamada
a toda criatura.
Jesucristo,
Dios mismo y los ángeles del cielo están interesados en este ministerio grande
y sagrado. A los siervos de Omnipotente se les ha concedido el exaltado privilegio
de manifestar el carácter divino mediante el compromiso desinteresado en el
esfuerzo por rescatar a los pecadores del abismo de la ruina a la cual han sido
arrastrados. Cada ser humano que desea someterse será iluminado por el Espíritu
Santo para poder participar en la realización del proyecto divinamente
concebido. Cristo es la cabeza de su iglesia y ella lo glorificará en la medida
de que cada uno de sus integrantes participe en la operación de rescatar a los
perdidos.
Es
por esto que los colaboradores humanos necesitan darle más lugar a la obra del
Espíritu Santo a fin de poder trabajar más unidos, y así avanzar con la
fortaleza que hay en un cuerpo unido de soldados. Todos tenemos que recordar
que "hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los
hombres" (1 Cor. 4: 9).-Australasian Union Conference Record, 1/04/1898. 169
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk
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