Porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán
a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10: 13, 14).
Siendo
que Dios hizo provisión de un sacrificio admirable para el hombre, hay energías
poderosas que demandan de él el abandono de sus transgresiones y pecados para
que pueda vivir con lealtad y obediencia. Pero se me ha mostrado que el Señor nada puede hacer sin la cooperación
del hombre. Para que el agente divino y
el humano puedan combinarse, Dios liberalmente ha provisto la dotación de
gracia, poder y eficiencia, presentando las más vigorosas motivaciones para
despertar y mantener vivo el espíritu misionero en el corazón del creyente.
¿Qué
uso ha hecho usted de este don de Dios? También ha provisto fuerzas motivadoras para que habiten en el corazón
de sus hijos a fin de que con paciencia, esperanza, y con una vigilancia sin
descanso, podamos seguir adelante en dirección al Cristo que fue crucificado a
fin de amonestar a otros acerca del mensaje de la segunda venida en poder y
grande gloria, y para llamar a los hombres a que se arrepientan de sus pecados.
¿Cómo
obra el Espíritu Santo en el corazón del creyente? Sus energías estimulan a poner en acción los
talentos que Dios reparte a fin de que todo hombre, mujer y joven los utilice
en compartir la verdad para este tiempo, desafío que exige esfuerzos personales
para ir a las ciudades hasta donde la verdad nunca haya llegado para elevar las
normas. Si la bendición que Dios le ha
dado no despertó sus energías, y la verdad no ha sido impresa con mayor
profundidad en las cámaras de su mente, ¿podrá establecer una relación más
estrecha con los que perecen sin Cristo? Después de haber sido objeto de la las bendiciones que Dios le ha dado,
¿está testificando acerca de Cristo de una manera más clara y decidida?
La
obra del Espíritu Santo es hacer recordar bien las verdades importantes y
vitales. Estos dones adicionales, ¿son
para envolverlos en un manto y esconderlos bajo tierra? No, no, son para cultivarlos; y aunque sean
insignificantes, en la medida que sean utilizados el Espíritu Santo tomará los
asuntos de Dios y los presentará de nuevo a la mente. El hace que la Palabra que ha sido descuidada
llegue a ser un agente vivificador. El
poder de lo alto se manifiesta en forma rápida y poderosa, no por la habilidad
o el poder de la formación intelectual del agente humano, sino por medio del
poder divino que actúa dentro del creyente. Al Espíritu pertenece toda la gloria.- The Home Missionary, 1º de
noviembre de 1893, p. 37. 171
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk
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