Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha
hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes
cosas había hecho Jesús con él. (Lucas 8:39).
Por todas partes los campos están abiertos a la predicación. Aquí y allá se están dando oportunidades que hasta resultan difíciles de atender. Con todo, y aunque hay un gran número de personas que han recibido la luz de la verdad, ¡cuánto más podría haberse hecho si cada uno hubiera utilizado dicho poder para compartir la luz con otros!
No todos pueden
ser predicadores de la Palabra; sin embargo, cada uno tiene algo que realizar
en favor de Cristo en el lugar donde está. Entre los vecinos hay un gran campo
de labor sea cual fuera la ocupación, si cada uno consagrara mente y corazón a
esta obra, podría trazar planes, aun en pequeña escala, que los haría útiles al
Señor.
En virtud de las providenciales aperturas que se
presentan para introducir la Palabra de Dios, las oportunidades se van
multiplicando. Esto exige la ofrenda de nuestro tiempo, del intelecto, de
nuestro dinero y de cualquier otro don, sea pequeño o grande, según Dios nos
haya prosperado, con el propósito de abrir caminos a la verdad en los lugares
oscuros del planeta, donde deben ser establecidos los principios de la
justificación que harán avanzar los intereses del reino de Cristo. Los ángeles
celestiales están aguardando la oportunidad para unirse a nosotros a fin de que
muchos puedan convertirse al escuchar y recibir la influencia del Espíritu
Santo.
Por mucho tiempo hemos estado mirando y esperando la venida del Señor; pero, ¿estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para apresurar su regreso? "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped.3: 9).
El Señor obra en forma incesante, y mientras todo el cielo participa en la tarea de conducir a los pecadores a Cristo y al arrepentimiento, ¿Qué están haciendo sus discípulos para ser canales de luz y así cooperar con los agentes divinos?
Se están preguntando diariamente: "Señor, ¿Qué quieres que haga?" (Hech. 9: 6).
A semejanza
de Jesús, ¿están practicando el renunciamiento propio? ¿Están profundamente
conmovidos y sus corazones se derraman en oración a Dios para que los haga
objeto de su gracia y les conceda sabiduría por el Espíritu Santo para trabajar
con habilidad, dedicando también sus recursos para salvar a los que perecen sin
Cristo?- RH,16/05/1893. 179
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