Después de esto vi a otro ángel
descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. (Apocalipsis
18: 1).
Muchos días están pasando a la
eternidad, y con ellos se nos aproxima el tiempo de prueba. Como nunca antes, ahora debemos orar para que
se nos conceda el Espíritu Santo.
También debemos esperar que su santificadora influencia actúe en los
obreros, para que la gente, a la cual ellos sirven, pueda ver que han estado
con Jesús y aprendido de él. Como fieles
vigilantes, más que nunca necesitamos percepción espiritual para anunciar el
peligro a tiempo, a fin de ver a la, distancia las trampas e intenciones del
enemigo. Tanto como la mente humana
pueda, debemos tener poder espiritual para captar los grandes temas del
cristianismo y cuán trascendentes son sus principios.
Cuando el pueblo de Dios se
humille en su presencia, e individualmente busque al Espíritu Santo de todo
corazón, de los labios humanos se escucharán testimonios como este que registra
las Escrituras: "Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con
gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria" (Apoc. 18:1). Entonces se verán rostros fulgurantes gracias
al amor de Dios, y habrá labios que, al ser tocados con fuego santo, dirán:
"La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1: 7).
Los que se encuentran bajo la
influencia del Espíritu Santo no serán fanáticos; en cambio, habrá en ellos
serenidad, determinación y estarán libres de cometer disparates. Todos los que en su manera de ser brillen con
la luz de la verdad, serán prudentes en la forma como claman por paz y
seguridad. Seamos cuidadosos con la
influencia que ejercemos en este tiempo.
Jesús desea conceder a su pueblo
dones en abundancia. Diariamente están
ascendiendo oraciones que reclaman el cumplimiento de la promesa. Ninguna que
haya sido expresada con fe quedará sin atención. Cristo ascendió a lo alto y llevó cautiva la
cautividad, y dio dones a los hombres. Después de la ascensión de Jesús, y conforme a su promesa, el Espíritu
descendió en la forma de un viento recio que llenó el lugar donde se
encontraban reunidos sus discípulos. ¿Cuál fue el resultado?
Miles se convirtieron en un día. Se nos ha enseñado que debemos esperar a un ángel que descenderá del cielo, y que la tierra será iluminada con su gloria. Entonces contemplaremos la cosecha de creyentes semejante a la que hubo en Pentecostés.- The Home Missionary, Extra Nº 2, 1/11/1893. 161
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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