Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Hebreos 4: 15).
Cristo reside en el que lo acepta
por la fe. Al creyente puede sobrevenirle pruebas, sin embargo el Señor lo
acompañará. La zarza ardiente no fue consumida por la presencia del Señor. Las
llamas no destruyeron ni una fibra de sus hojas. Lo mismo sucederá con el débil
agente humano que pone su confianza en Jesús. El horno de la tentación puede
arder, la persecución y la prueba sobrevenir, pero únicamente la escoria será
consumida. Semejante al oro, el proceso de la purificación le dará más brillo.
Quien está en el corazón del
creyente fiel es mucho mayor que aquel que controla la vida de los infieles. No
se queje de las pruebas que le sobrevengan. En ese momento, recuerde centrar su
atención en Cristo, cuya divinidad se revistió de humanidad para que podamos
comprender cuán fuerte es su interés por nosotros. Su identificación plena con la humanidad
doliente lo prueba. El gustó la amarga copa de la tristeza humana, y, a
semejanza nuestra, fue tentado en todo, a fin de que al ser asaltados por el
maligno podamos recibir el socorro oportuno.
El dice: "Haré más precioso
que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre" (Isa. 13:
12). Lo hará dándole el Espíritu Santo. También asegura: "Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"
(Lucas 11: 13).
El Señor nos ha orientado para
que en Dios veamos a un Padre y lo consideremos como la fuente del afecto, el
manantial de ese amor que a lo largo de los siglos ha estado fluyendo por
intermedio del corazón humano. Toda la piedad, la compasión y el amor que se ha
manifestado en la tierra siempre emanó del trono de Dios, y, comparado con el
amor que habita en su corazón, el nuestro es como una fuente al lado del
océano. Dicho amor ha estado fluyendo perpetuamente para fortalecer al débil,
darle apoyo al pusilánime y valor moral al inconstante. Dios actúa por
intermedio de Jesús; por eso, el ser humano puede acudir al Padre en el nombre
de su Hijo. Nuestra ciencia y nuestro
canto es: "Escuchen lo que el Señor ha hecho por mí".- Signs of the Times, 5 de marzo de 1896.134
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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