Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder
y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a
sanar a los enfermos. Y les dijo: No
toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni
llevéis dos túnicas. Y en cualquier casa
donde entréis, quedad allí, y de allí salid. (Luc. 9: 1-4).
Dios está convocando a su pueblo para que participe en
las diferentes áreas del servicio misionero.
Los que se encuentran en las carreteras o en los caminos secundarios de
la vida tienen que escuchar el mensaje del evangelio. La feligresía debe realizar tareas de
evangelización en los hogares del vecindario que todavía no recibieron la
evidencia completa de la verdad para este tiempo.
Los que emprendan esta obra tienen que estudiar
constantemente la vida de Cristo.
Además, en forma sincera e intensa deben utilizar todos sus dones en el
servicio del Maestro. Habrá resultados admirables como consecuencia de los
esfuerzos sinceros y desprovistos de egoísmo.
A estos obreros les será impartida la más alta educación por el mayor de
los Maestros. Sin embargo, los que no
comparten la luz que recibieron, un día se darán cuenta de que son responsables
de una pérdida espantosa.
Entre el pueblo de Dios, muchos han de llevar las
publicaciones a los lugares en donde el mensaje del tercer ángel aún no se ha
proclamado. En el ministerio de un
colportor evangélico, que tenga su corazón imbuido por el Espíritu Santo, se le
presentarán muchas oportunidades para realizar el bien. La exposición de la verdad hecha de casa en
casa con amor y simplicidad, está en armonía con las instrucciones que Cristo
dio a sus discípulos cuando los envío en el primer viaje misionero. Con
humildes himnos de alabanza, y con oraciones expresados de corazón, la sencilla
presentación de la verdad en el círculo de las familias enriquecerá a
muchos. El Obrero divino estará presente
para producir convicción en el corazón.
Su promesa es: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días"
(Mat. 28: 20). Con la certeza de la
presencia permanente de tal Ayudador, podemos trabajar con fe y coraje.
Debemos romper con la monotonía que hay en el servicio
para Dios. Cada feligrés debe ser
incorporado en un plan de servicio al Maestro.
Que todos los que están bien establecidos en la verdad vayan a sus
vecinos para tener reuniones con ellos.
Que se lea la Palabra de Dios y se expresen las ideas de tal modo que
resulten fácilmente comprensibles para todos.- Review and Herald, 5 de mayo de
1904. 150
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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