¿Quién, pues, de estos tres te
parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con
él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú
lo mismo. (Lucas 10: 36, 37).
Es imposible que el corazón en el
cual Cristo mora esté desprovisto de amor. Si amamos a Dios, porque él nos amó
primero, amaremos a todos aquellos por quienes Cristo murió. No podemos llegar a estar en contacto con la
divinidad sin estar en contacto con la humanidad; porque en Aquel que está
sentado sobre el trono del universo, se combinan la divinidad y la
humanidad. Vinculados con Cristo estamos
relacionados con nuestros semejantes por los áureos eslabones de la cadena del
amor. Entonces la piedad y la compasión
de Cristo se manifestarán en nuestra vida.
No esperemos que se nos traigan a los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que se nos suplique para
sentir las desgracias ajenas. Será para
nosotros tan natural ministrar a los menesterosos y doliente como lo fue para
Cristo andar haciendo bienes.
Siempre que haya un impulso de
amor y simpatía, siempre que el corazón anhele beneficiar y elevar a otros, se
revela la obra del Espíritu Santo de Dios.
En las profundidades del paganismo, hombres que no tenían conocimiento
de la ley escrita de Dios, que nunca oyeron el nombre de Cristo, han sido
bondadosos para con sus siervos, protegiéndolos con peligro de sus propias
vidas. Sus actos demuestran la obra de
un poder divino. El Espíritu Santo ha
implantado la gracia de Cristo en el corazón del salvaje, despertando sus
simpatías que son contrarias a su naturaleza y a su educación. La luz "que alumbra a todo hombre que
viene a este mundo" (Juan 1: 9), está resplandeciendo en su alma; si
presta atención a esta luz, ella guiará sus pies al reino de Dios.
La gloria del cielo consiste en
elevar a los caídos, consolar a los angustiados. Siempre que Cristo more en el corazón humano,
se revelará de la misma manera. Siempre
que actúe, la religión de Cristo beneficiará.
Donde quiera que obre, habrá alegría.
Dios no reconoce ninguna
distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la
creación, y todos son uno por la redención.- Palabras de vida del gran Maestro,
pp. 366, 367. 160
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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