Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la
gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
(Isaías 60: 1, 2).
La iglesia fue escogida como medio por el cual ha de
brillar la divina luz en medio de las tinieblas morales de este mundo, y para
que los rayos del Sol de Justicia iluminen los corazones de los hombres. Debe realizarse una obra individual en favor
de las personas y de las familias, ya que esto es parte de la tarea que se le
ha confiado a los que trabajan en la viña moral de Dios. La mansedumbre, la paciencia, la clemencia y
el amor de Cristo deben darse a conocer en los hogares del mundo. La iglesia tiene que levantarse con el fin de
resplandecer. Radiantes con el Espíritu
y con el poder de la verdad, sus feligreses han de avanzar sobre el mundo que
está en tinieblas para compartir con la gente la luz de la gloria de Dios. El ha dotado a la mente del hombre con
facultades nobles para que las utilice en su honor. La obra misionera necesita
que estos poderes sean dedicados al servicio activo. El ejercicio inteligente y
el desarrollo de estos dones de Dios tienen que verse en sus siervos, quienes
diariamente deberán crecer en el conocimiento de Cristo.
El que habló como nadie lo ha hecho, y que vistió el
manto de la humanidad, continúa siendo el mayor de los Maestros. En la búsqueda de los perdidos, si seguimos
sus pisadas, los ángeles nos acompañarán; y en virtud de la iluminación del
Espíritu de Dios, obtendremos un conocimiento mayor y medios más adecuados para
realizar la obra que se nos confió...
Quienes deberían haber sido luz para el mundo se han
desprendido de ella, conformándose apenas con unos rayos tenues. ¿Qué es la
luz? Es la piedad, la bondad, la verdad,
la gracia y el amor. Estas virtudes
constituyen la revelación de la verdad, y se manifestarán en el carácter y en
la vida. El evangelio depende de la
piedad personal de los creyentes que desean contar con un poder dinámico
provisto por Dios como resultado de la muerte de su Hijo amado, para que cada
feligrés sea totalmente preparado para toda buena obra. Cada hijo suyo debe ser una luz que brilla
con intensidad, para que otros también puedan alabar al que nos llamó de las
tinieblas a su luz admirable.- Review and Herald, 24 de marzo de 1891.
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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