Esta
semana recibí la carta de una joven cristiana que mantiene, hace tres años, una
relación amorosa con un hombre casado. Es una carta dolorosa. Ella siente que
lo ama pero que ese amor, en lugar de hacerla feliz, la está destruyendo.
Quiere que yo ore para que él se divorcie de la esposa y se case con ella. ¿Qué
podría haberle dicho? ¿Qué Dios está triste y no acepta esa relación? ¡Claro
que está! Pero la tristeza divina, no nace apenas del hecho de que ella está
transgrediendo un mandamiento, sino de la realidad dolorosa de que ella no es
feliz.
¿Sabes? El amor es algo
que Dios te confió para que contemples las facetas desconocidas y lindas de la
vida; para que te sientas viva e importante, para que tu autoestima se mantenga
en un estado saludable, para que ve el mundo más lleno de colores y de
melodías; para que tengas fuerzas y enfrentes sin miedo las tormentas de la
vida.
¿Por qué? Porque el Amor viene de Dios. “Dios es amor,” dice Juan. Pero
cuando el amor es confundido con la pasión, se convierte en un motivo de
infelicidad y te sumerge en el caos interior, como en el caso de la joven que
me escribe. La pasión, la ató a una persona que ya está comprometida y ella
siente que en vez de ser feliz, se está destruyendo lentamente.
Pensemos
más, en esta chica. Ella no se siente bien desempeñando el papel de amante,
destruyendo a una familia, ni hiriendo el corazón de Dios. Tanto así que en su
desesperación me escribe, pidiendo ayuda. Sin embargo, ella no se da cuenta de
que el problema no radica solo en el hecho de que está haciéndole mal a Dios, y
a los otros.
Ella cayó en la red de un hombre casado y está condenada a sufrir
grandes decepciones y a perder el respeto por ella misma. Porque en esta vida,
nadie es valorado si no se valora a sí mismo y nadie puede ser feliz, si no
está en paz con Dios y consigo mismo.
¿Qué
es lo que lleva a esta muchacha a conformarse viviendo un “amor” que no es
amor?
¿Cómo hace ella para olvidar que el hombre que dice amar pertenece a otra
persona?
¿Puede alguien, como aquel “novio,” cambiar y no traicionarla a ella
un día, como hoy, él está traicionando a la esposa?
¿Se puede confiar en un
hombre así? Porque el amor se basa en la confianza mutua y en el respeto por el
otro, y si no existen esas cosas no existe amor.
La
chica que me escribe dice que comenzó esa relación porque tenía miedo de
quedarse sola, pero ¿acaso relacionarse sentimentalmente con una persona
casada, no implica que ella continuará sola, compartiendo apenas los pocos
momentos que le sobren a él?
En esta sociedad machista y existencialista en la
que vivimos, generalmente, los hombres buscan un aventura fuera del matrimonio,
solo para huir de la rutina del casamiento y justamente por eso, es difícil que
un relacionamiento de esa naturaleza, tenga la posibilidad de ser algo serio y
responsable. Sería volver al mismo estado de rutina del matrimonio.
Cuando
la soledad te abruma o te entristece y te hace sentir que hay algo de errado en
ti, porque todavía no encontraste una pareja, es inútil que te aferres a
alguien que te va a usar como un objeto, haciéndote sentir aún más triste y más
sola. El problema es que cuando una persona confunde pasión con amor, no quiere
percibir que es usada, que sólo se la necesita para una cosa y que luego se
prescinde de ella. Se conforma con unas migajas de afecto, mintiéndose a sí
misma e ilusionándose con una fantasía que ocurrirá “un día,” que nunca llega..
Llego
al fin de la semana tocado por la carta de esta joven. Podría haberle dicho que
le ponga un punto final a esa situación, porque esa no es la voluntad de Dios,
y tal vez, todo hubiera sido más fácil, pero sé que Dios no es un Dios egoísta
que solo está preocupado con que los seres humanos le obedezcan, sino que Él es
un padre amoroso que desea el bienestar de sus hijos.
Y tú querida, eres una
hija preciosa de Dios. No continúes hiriéndote, solo por “miedo de sentirte
sola.” Al fin de cuentas, la soledad, no es apenas una condición, es un estado
de ánimo. Viviendo sin Jesús, puedes sentirte sola, a pesar de tener la
compañía de otra persona. Qué Dios te abra los ojos y te de fuerzas para que
dejes de hacerte sufrir, queriendo ser feliz.
Un abrazo.
Alejandro Bullón
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