lunes, 15 de marzo de 2021

15. “CONTENTAMIENTO” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. (Filipenses 4: 11).

Dios tiene testigos fieles que no intentan hacer lo que Cristo dijo que era imposible; esto es, servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo. Son luces que brillan en medio de la oscuridad moral del mundo, esa que cubre a la gente con densas tinieblas semejantes a un paño mortuorio. Los feligreses de la iglesia de Cristo necesitan ser dirigidos por el Espíritu Santo para poder adquirir una experiencia que no esté sujeta a variaciones. Deben profundizar sus raíces en la verdad.

Cuando el gozo que imparte el poder redentor de la justicia de Cristo sea debidamente entendido gracias a un conocimiento experimental, habrá creyentes que desearán enseñar a los pecadores la voluntad de Dios tal cual está en Cristo. Satanás tiene sus impostores para engañar a los creyentes; por eso, incluso entre los que enseñan religión hay quienes necesitan convertirse.

Los que establecen una relación personal con Cristo, constituyen un templo santo para el Señor, porque Jesús es para el creyente sabiduría, justificación, santificación y redención. El que se rinde completamente a Dios es consciente de la presencia salvadora de Cristo. Es poseedor de la paciencia espiritual, y todo su ser está dispuesto a aprender del que es manso y humilde de corazón. El que confía en Jesús como su eficiencia y justificación, su ser entero estará lleno de un santo contentamiento.

¿Cuál es la base del gozo del cristiano?  Es el resultado del sentido de la presencia de Cristo. ¿En que consiste el amor del cristiano?  Es el reflejo del amor de Cristo. Es el resultado de la obra del Espíritu Santo. Al mirar la cruz del Calvario veremos a Jesús muriendo por los pecados del mundo, para que mediante su muerte, que genera contrición en el creyente, podamos tener vida e inmortalidad. Jesús es todo para todos, y sin él nada podemos hacer. Sin Cristo la vida espiritual es imposible.- Review and Herald, 4 de diciembre de 1894. 86

 

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