sábado, 29 de agosto de 2020

13. LAS ALIANZAS POLÍTICAS, PERJUICIO PARA LA FE.

No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Isaías 8:12.

 No llaméis. Aunque Dios habla a Isaías personalmente, también incluye al pueblo (vers. 1l). Hasta el vers. 15 inclusive, Dios sigue dirigiéndose al pueblo. En el vers. 16 vuelve a dirigirse personalmente a Isaías.

Conspiración. Siria e Israel habían conspirado contra Judá (cap. 7: 2, 5-6), y Acaz, por su parte, se había aliado con Asiria contra Israel y Siria (2 Rey. 16: 7-9). Acaz y el pueblo de Judá tenían temor de la alianza sirio-israelita, y se habían unido con los paganos a fin de hacerle frente. Por haber confiado en los paganos en vez de confiar en Dios, el Señor había reprendido a Acaz. Que su pueblo profeso se aliara con los idólatras era una ofensa para el Dios del cielo.

EL SEÑOR deseaba que su pueblo se mantuviera independiente, separado del mundo. Hemos de consultar a Dios y encontrar nuestra fuerza en él. Sólo así podrá acompañarnos la presencia del Señor. Sólo así podremos realizar su obra en la forma como él desea que la hagamos.

Cuando el pueblo de Dios establece cualquier clase de alianza con los que no conocen al Señor, LA POLÍTICA HUMANA inevitablemente reemplaza los principios celestiales, y la obra del Señor sufre. Nuestra fuerza no radica en una estrecha vinculación con el mundo, sino en la completa separación de él. 4CBA/Ministerio Hno. Pio

jueves, 27 de agosto de 2020

DIOS. El mundo, aunque caído, no es todo tristeza y miseria. En la naturaleza misma hay mensajes de esperanza y consuelo. Hay flores en los cardos y las espinas están cubiertas de rosas. "Dios es amor", está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos. La Palabra de Dios revela su carácter. El mismo ha declarado su infinito amor y piedad. Cuando Moisés dijo: "Ruégote me permitas ver tu gloria", Jehová respondió: "Yo haré que pase toda mi benignidad ante tu vista". (Éxodo 33: 18, 19) Tal es su gloria. Jehová pasó delante de Moisés y clamó: "Jehová, Jehová, Dios compasivo y clemente lento en iras y grande en misericordia y en Fidelidad; que usa de misericordia hasta la milésima generación; que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado". (Éxodo 34: 6, 7) "Lento en iras y grande en misericordia" (Jonás 4: 2) "Porque se deleita en la misericordia". (Miqueas 7: 18) 9 Dios ha unido nuestros corazones a él con pruebas innumerables en los cielos y en la tierra. Mediante las cosas de la naturaleza y los más profundos y tiernos lazos que el corazón humano pueda conocer en la tierra, ha procurado revelársenos. Con todo, estas cosas sólo representan imperfectamente su amor. Aunque se habían dado todas estas pruebas evidentes, el enemigo del bien cegó el entendimiento de los hombres, para que éstos mirasen a Dios con temor, para que lo considerasen severo e implacable. Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios como un ser cuyo principal atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un duro, estricto acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando con ojo celoso por discernir los errores y faltas de los hombres, para visitarlos con juicios. Por esto vino Jesús a vivir entre los hombres, para disipar esa densa sombra, revelando al mundo el amor infinito de Dios. El Hijo de Dios descendió del cielo para manifestar al Padre. "A Dios nadie jamás le ha visto: el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". (Juan 1: 18) "Ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar". (Mateo 11: 27) Cuando uno de sus discípulos le dijo: "Muéstranos al Padre", Jesús respondió: "Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre: ¿Cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre? " (Juan 14: 8, 9). CC 8. 9.