Así que, los que
recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:41,42.)
Es cierto que en el
tiempo del fin, cuando la obra de Dios en la tierra esté por terminar, los
fervientes esfuerzos realizados por los consagrados creyentes bajo la dirección
del Espíritu Santo irán acompañados por manifestaciones especiales del favor
divino. Bajo la figura de la lluvia temprana y tardía que cae en los países
orientales en el tiempo de la siembra y la cosecha, los profetas hebreos
predijeron el derramamiento de la gracia espiritual en una medida extraordinaria
sobre la iglesia de Dios. El derramamiento del Espíritu en los días de los
apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los
resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con
la verdadera iglesia.
Pero cerca del fin de la siega de la tierra, se promete una concesión especial de gracia espiritual, para preparar a la iglesia para la venida del Hijo del Hombre.
Este
derramamiento del Espíritu se compara con la caída de la lluvia tardía; y los
cristianos han de elevar sus peticiones al Señor de la mies "en la
estación tardía" en procura de este poder adicional. En respuesta, "Jehová hará relámpagos, y
os dará lluvia abundante" (Zac. 10:1). "Hará descender sobre vosotros
lluvia temprana y tardía" (Joel 2: 23).
A menos que los
miembros de la iglesia de Dios tengan hoy una relación viva con la Fuente de
todo crecimiento espiritual, no estarán listos para el tiempo de la siega. A
menos que mantengan sus lámparas preparadas y ardiendo, no recibirán gracia
adicional en tiempo de necesidad especial. -Los hechos de los apóstoles, p. 45.
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AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFwjWa2SHI3SNHhSGZU_y_aG
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