¿Y acaso Dios no hará
justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en
responderles? (Lucas 18:7).
Durante mucho tiempo
podríamos haber seguido la senda angosta, pero no es seguro tomar esto como
prueba de que permaneceremos en ella hasta el fin. Si andamos con Dios y en
comunión con el Espíritu, es porque lo hemos buscado diariamente por fe. Se nos
dio el aceite dorado que fluye por los conductos de oro de los dos olivos. Pero
los que no cultiven el espíritu y el hábito de orar no podrán esperar recibir
el aceite de la bondad, la paciencia, la longanimidad, la mansedumbre, el amor.
Todos deben mantenerse
separados del mundo, el cual está lleno de iniquidad. No debemos caminar con
Dios por un tiempo, y luego alejarnos de su compañía para andar a la luz de las
chispas que nosotros mismos encendimos. En los actos de fe debe haber una persistencia
firme y perseverante. Debemos alabar a Dios y manifestar su gloria mediante un
carácter justo. Ninguno de nosotros alcanzará la victoria sin un esfuerzo
perseverante, incansable y proporcional al valor del objetivo que anhelamos: la
vida eterna.
La dispensación en la
que vivimos ahora debe ser, para aquellos que la piden, la del Espíritu Santo.
Pida su bendición. Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción. A
nosotros se nos ha confiado la ardua, pero feliz y gloriosa tarea de revelar a
Cristo a los que están en tinieblas. Somos llamados a proclamar las verdades
especiales para este tiempo. Para todo esto es esencial el derramamiento del
Espíritu. Debemos orar pidiéndolo. El Señor espera que se lo pidamos. No hemos
sido enérgicos en esta tarea.
¿Qué puedo decirles a
mis hermanos en el nombre del Señor? ¿Qué proporción de nuestros esfuerzos se
hicieron de acuerdo con la luz que al Señor le ha agradado darnos? No podemos
depender de la forma o de la maquinaria externa. Lo que necesitamos es la
influencia vivificante del Santo Espíritu de Dios. "No con ejército, ni
con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac.
4:6). Orad sin cesar, y vigilad actuando de acuerdo con vuestras oraciones. Mientras,
oren, crean y confíen en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía, en el cual el
Señor otorgará liberalmente su Espíritu. Sean fervientes en la oración y
vigilantes en el Espíritu.- Review and Herald, 2 de marzo de 1897. 307
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYbpvM5t67YPIWXD9NDE5p
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